Timón ha perdido a su mamá, pero ha ganado una segunda oportunidad

Tenía a penas tres o cuatro días de vida cuando lo encontraron cruzando una carretera. Creyeron que estaba solo y tomaron una decisión irreversible: se lo llevaron a casa.

Seguramente este corcino seguía a su mamá cruzando la carretera cuando tubo la mala suerte de toparse con aquel coche. Un coche que por querer ayudar, desde el desconocimiento, condenó al pequeño Timón. Lo que muchos no saben es que los corcinos —las crías de corzo— pasan horas tumbados y ocultos entre la vegetación mientras sus madres buscan alimento. Separados de ella y que luego, se reencuentran. No están abandonados. Están protegidos. Pero al separarlo de su entorno, Timón quedó condenado a no reencontrarse jamás con su madre.

Pasó más de seis horas sin la leche materna que necesita cada 1 a 3 horas para sobrevivir. Empezó a deshidratarse. Su vida estaba en riesgo.

Cuando recibimos la llamada, fuimos a por él de inmediato. En La Reserva Wild Forest, iniciamos una carrera contrarreloj para estabilizarlo. No existe leche de corzo a la venta —nadie los cría en cautividad—, así que utilizamos la leche que se usa para cabritos, la que mejor funciona para cervatillos en general. Cada gota cuenta. Cada hora es vital.

Pero no estuvimos solos.

Pumba, uno de nuestros perros, ha convivido con ciervos y corzos antes. Reconoció a Timón como a uno de los suyos. Lo lamía para estimularlo, le daba calor, lo cuidaba. Fue su mamá adoptiva en un momento crítico. Por eso lo llamamos Timón.

Ahora está a salvo. Por ahora. Los corcinos son extremadamente frágiles, y su salud puede cambiar en cualquier momento. Cada día es una pequeña victoria. Pero también una responsabilidad enorme.

Timón está vivo gracias a la rápida intervención y GRACIAS A TU AYUDA. Tu donativo marca la diferencia. Necesita cuidados, alimento especializado, veterinarios y mucho amor salvaje.

Ayúdanos a cuidar de él. A asegurar que Timón crezca fuerte y, algún día, pueda volver a correr libre entre los árboles donde siempre debió estar.

Dona. Acompáñanos. Porque cada vida cuenta.